lunes, 10 de febrero de 2014

Machu Picchu: Un mundo escondido, tenazmente vivo

Esa sensación se repetía.. Como describís esto? Sabes que no vas a poder expresar fielmente las experiencias vividas pero igual agarras la birome y empezás..

Salimos de Cusco en un colectivo medio pelo, al cual se le rompe el acelerador en medio del camino montañoso, recibe unos remiendos muy rústicos y eso hace que el viaje hasta Santa María sea de siete horas y pareciera de quince. Nos movemos de Santa María a Santa Teresa en un auto que se amañaba para trepar esas rutas que a esa altura ya eran de tierra, junto a nosotros iban unos viejitos tiernos que esperaban calmar sus dolores en las termas cercanas al río. Llegamos a hidroeléctrica a las ocho de la noche y todavía nos quedaba el camino por las vías del tren.



-Deben subir ese trillo y ahí caminar por las vías, siempre siguiendo el río-
-Cual trillo? el que no se ve?- Me preguntaba..
-Cuidado con el oso de anteojos. No suele atacar personas pero si se lo encuentran no corran porque lo pueden poner nervioso - nos advierten.
-Como que oso!!!?
...
Caminata por las vías, al lado del gran río Vilcanota-Urubamba que baja de lo alto de las montañas con una fuerza que impresiona.
La luna que se asoma por detrás de una montaña e ilumina las vías por un rato (momento mágico).



Avanzamos en silencio, escuchando el rugido del rio..
Llegamos a Aguas Calientes a eso de las diez y media de la noche. Ese lugar, con su vía de tren que lo atraviesa, el rio y las nubes, es una mezcla entre el pueblo de Rivendel de "El señor de los anillos" y obviamente alguna ciudad Inca. ¿Quien diseñó todo eso?¿por qué el río tiene tanta fuerza?



Dormimos y al otro día, a las cinco de la mañana, empezamos a trepar la montaña para llegar a la épica ciudadela del Machu Picchu. 
Mientras subíamos, respirando agitados, pensábamos como sería, que nos generaría conocer a la ciudad Inca que estuvo escondida cuatrocientos años.. Nada de lo que imaginábamos se iba a comparar con lo que nos esperaba: entrar a la ciudadela y ver esas casa imponentes en la vieja montaña, tocar los muros y notar que en partes un alfiler no cabía entre piedra y piedra, sentarnos a contemplar el reloj de sol, fascinarnos con los acueductos, pisar el puente Inca o ver los balcones que habrán sido sus jardines de cultivo, fue algo indescriptible.



Y como imaginar lo que iba a ser subir al Wayna Picchu por las escaleras sin barandas con caída directa al abismo. ¿Cuánta gente se habrá sacrificado para esculpir cada trozo de piedra de la montaña y dar forma a esos escalones infinitos?
Llegamos a la cima y vimos a la ciudadela entre las nubes, en la otra montaña que parecía chiquita desde ahí.



Viendo las edificaciones en medio de las montañas, en el corazón de la selva, pensaba en algo que había leído alguna vez..
Julio Verne escribió que la verdadera superioridad del hombre no reside en dominar, vencer a la naturaleza; reside, para el pensador, en comprenderla, en ubicar al universo inmenso en el microcosmos de su cerebro.

Los Incas eran eso, pensadores, tenían un gran manejo de las matemáticas, la astronomía, la agricultura y ganadería, la arquitectura, las ciencias en general. Sumado a eso eran muy espirituales, tenían una cosmovisión  muy interesante! Comprendieron a la naturaleza y vivían en armonía con ella.
Bajamos al otro lado del Wayna Pichu y fuimos al Templo de la Luna (por suerte pocas personas se animan a aventurarse hasta ahí) almorzamos en el templo y pensábamos en el porque.. ¿Por qué una civilización que pudo crear al Machu Picchu desaparece? ¿Cómo lograron todo eso y cómo lo perdieron?
Los Dioses del Sol y la Luna no quisieron poder contra los españoles, su enfermedad y su pólvora.
Se respiraban aires de dolor, ternura y pasión. Hermoso y terrible.





¿Qué hubiera pasado si las cosas hubieran sido diferentes? Cómo sería nuestra amada América latina si la colonización europea no hubiera tenido éxito? Claramente la vida sería otra.
Terminamos de almorzar y emprendimos el regreso a la ciudadela que estaba en la otra montaña; teníamos que cruzar el Wayna Picchu y volver a la vieja montaña. En el camino nos cruzamos con personas que cuidan el parque, arreglan los senderos y conocen cada rincón; nos encantó ver el amor con el que trabajan en esa selva hermosa.
-Hay siete entradas a la ciudadela, pero no todas se usan ahora. Yo tardé dos años en conocer bien al Machu Picchu, en un día no se puede hacer mucho- nos decía uno de los guarda parques. Tenía razón.

El instinto siempre nos ha llevado a explorar, a querer saber que hay mas allá.. Que es lo que aun no hemos visto; siguiendo ese primitivo instinto, en los primeros años del mil novecientos, unos foráneos descubrieron la ciudad del Machu Picchu. Mas de cien años después nosotros teníamos la suerte de caminar esas montañas y sentir la energía que ese centro espiritual todavía irradia.
El mundo es enorme, somos chiquitos, hay mucho por conocer, por aprender.. Todos los días, desde donde estemos.. La vida es corta para tanto que hacer. Hay que aprender a ser, como fueron y son los pueblos nativos de nuestro gran continente. Su civilización, ahí en el medio de las místicas montañas, sigue viva como la fuerza del rio que lo rodea!
Antes de emprender el descenso le di un ultimo vistazo a ese mundo de otro mundo. ¿Era un sueño? Realmente había estado ahí! En ese momento me daba cuenta y entendía que sí, era un sueño. Era uno de mis sueños y lo había cumplido! Habíamos conocido la cuidad sagrada en el cielo de Pachacutec, concebida para impresionar a los dioses y sobrecoger a los simples mortales.
Queríamos oír esas historias alucinantes de Incas diferentes a cualquier otra raza, no las oímos, las sentimos. Como recorrer esos sitios y no entrar en trance, en éxtasis. Nos fuimos llenos de paz, llenos de asombro, de preguntas y respuestas también.




El viaje fue una constante búsqueda. Esos días nos marcaron. Definitivamente nos encontramos..