lunes, 24 de noviembre de 2014

La pequeña muerte

No nos da risa el amor cuando llega a lo más hondo de su viaje, a lo más alto de su vuelo: en lo más hondo, en lo más alto, nos arranca gemidos y quejidos, voces de dolor, aunque sea jubiloso dolor, lo que pensándolo bien nada tiene de raro, porque nacer es una alegría que duele. Pequeña muerte, llaman en Francia a la culminación del abrazo, que rompiéndonos nos junta y perdiéndonos nos encuentra y acabándonos nos empieza. Pequeña muerte, la llaman; pero grande, muy grande ha de ser, si matándonos nos nace.

El libro de los abrazos - Eduardo Galeano 


sábado, 20 de septiembre de 2014

Luces en el camino


Extractos copiados directamente (y sin re edición) de mi cuaderno de viaje. Charlas y momentos vividos en el ascenso a los andes, la vuelta a la Argentina.
Los camioneros paraguayos y su camión iluminando la ruta fría del desierto de Atacama a las 4.30 am.

- De Asunción a Iquique, de Iquique a Asunción, esa es la ruta de estos hombres y su camión.
En la salida de San Pedro de Atacama nos encontramos. Justo cuando sentíamos estar quedando atrapados en el desierto; por la vida extraña pero hermosa que se lleva ahí y por no conseguir como seguir viaje. En esta situación aparecieron los amigos paraguayos con un camión que transportaba autos llegados del Japón.


Mate y ascenso a los Andes, la ruta mortal a las cinco de la mañana, helada.
-El camionero quiere llegar a su casa a festejar el quien sabe cuanto aniversario de casado.
-El milico de Argentina quiere su propina.
-El carabinero chileno que nos pone el freno.
-Si está bien, muy bien. Y si no, no..
No te retobes porque te va mal.
Los 5000 metros sobre el nivel del mar que se sentían en la cordillera andina. Acá el sol nos asa y la sombra congela.
La carga que se sacudía y Elpela que todavía iba solo en el último auto. Yo, de copiloto del amigo paraguayo.

-Ya nadie valora el valor de las cosas que no se pueden comprar..




-Ya tenes una historia para contarle a tus hijos.

 Finalmente entramos a la Argentina, estamos en Jujuy! Pela mirá las salinas!!



Salimos de Argentina por Paraguay, entramos a Argentina gracias a dos paraguayos.

PARAGUAY-BOLIVIA-PERÚ-CHILE-ARGENTINA ¡VIVA LATINOAMERICA UNIDA!

Hola Purmamarca!

lunes, 15 de septiembre de 2014

San Pedro de Atacama: La noche más linda del mundo

Antes de dormir, la última noche que estuvimos en el Perú, elPela había conseguido prestado un mapa de Chile para poder tener una idea de como seguir (no sé si lo conté; hicimos todo nuestro viaje sin tener un mapa propio, lo que hizo de la aventura aun más interesante). Bueno, el plan parecía simple: bajar a dedo por Chile, adentrarnos en el desierto de Atacama hasta llegar a San Pedro de Atacama y de ahí conseguir algún vehículo que nos ayude a cruzar los andes por el Paso de Jama para finalmente volver a nuestra Argentina. Re simple!


No teníamos idea.. Pero la energía y el amor que le estábamos poniendo al viaje hizo que todo parezca fácil. Viajamos en camión, en el auto de una familia, dormimos una noche en la playa, otra en el medio de la ruta chilena (con mucho frío), estuvimos horas esperando a alguien que pare y nos lleve, dándonos cuenta que en ese desierto no podíamos escondernos del sol. Finalmente tomamos un bus y entre valles con aspectos lunares nos acercábamos a San Pedro de Atacama.
Llegábamos de noche, cansados, con las mochilas llenas de polvo -mucho polvo- y veíamos que en el medio del desierto hay un pueblo de artesanos que congrega a todo tipo de viajeros. Un pueblo con callecitas de tierra y arena, oscuras en la noche; así se ven mejor las estrellas, nos dicen. Con algunos perros jugando por ahí, con muchos telescopios, y uno se preguntaba ¿porqué tantos telescopios, adonde estamos?
Todavía no sabíamos que Atacama es el desierto más seco del mundo, tampoco sabíamos que nos ubicábamos a 2500 metros sobre el nivel del mar, que ahí no hay contaminación lumínica y que por tener un porcentaje de humedad en el aire casi nulo, nos encontrábamos en uno de los mejores lugares del mundo para observar las estrellas. No teníamos idea de adonde nos había traído el viaje. El lugar no se podía comparar con ningún otro de los que habíamos estado, era distinto, con una mística y una energía particular. Un lugar adonde habíamos llegado simplemente porque nos quedaba de paso y del cual no me quise ir, parte de mí quedó ahí.. Un sitio al cual debo volver con más tiempo para conocerlo y conocerme mejor.


Caminando un ratito llegas al desierto de nuevo: los montes rodean a San Pedro y marcan el limite entre el pueblo y las arenas infinitas. Ya no teníamos dinero para pagar un hostel o un  camping, por eso esa noche armamos el campamento en el monte. No se veía nada y la linterna se había quedado en Perú, nos organizamos como pudimos y cenamos rico en la oscuridad. No habíamos llevado carpa, algo de lo que nos arrepentimos unas cuantas veces durante el viaje, por eso nuestro campamento consistía de un lugar adonde hacer fuego y las dos hamacas paraguayas, nada mas ni nada menos. Y si llovía? En San Pedro de Atacama prácticamente no llueve, así de simple.


ElPela ya dormía (estaba un poco enfermo ya que es alérgico al polvo y venia con las defensas bajas por la alimentación rustica y el gran desgaste del viaje, es decir, se sentía en el mismísimo infierno). Yo me fui a caminar un poco, a ver que encontraba para hacer en la noche atacameña. Apenas salí del monte adonde estaba nuestro campamento escuché un grupo de personas sentados, charlando muy alegres a unos metros en la oscuridad. En el limite entre el desierto y el pueblo se juntaba cada noche la gente: fogón, algo para tomar, guitarra y yo que llegaba con el tambor, estábamos hechos!
Me alumbran con una linterna mientras me acercaba.
-Simón, ¿eres tu?-
-No, no soy Simón..-
- ¿Y quién eres?, ¿cómo te llamas? Preséntate para todos así no estás repitiendo como loro- Mientras me alumbraban ya con dos linternas.
- Bueno, hola.. Mi nombre es Damián y estoy viajando con un amigo, que ahora está durmiendo porque está algo enfermo. Estamos volviendo de una gran vuelta que dimos, y en estos días vamos a cruzar el paso de Jama para volver a nuestro país. Soy argentino.
-Pues claro que eres argentino weon! Se te nota hasta en la oscuridad jaja..- Mi nombre es Vicente y los otros.. que se presenten solos! jaja-
Entre risas, y ya fuera de las luces de esas linternas, me incorporé al grupo. Instantáneamente me empezaron a preguntar de todo un poco mientras también me invitaban todo tipo de bebidas.
Eramos un grupo mixturado: brasileros, chilenos, uruguayos, peruanos, colombianos y yo, el único argentino. Los chilenos que se iban a dedo hasta Río de Janeiro, la Negra y su bicicleta, Laura que vendía helados naturales, hacía percusión y también viajaba con su djembe, los uruguayos que no sabían candombe!, los brasileros que entendían poco el castellano pero se comunicaban con el idioma universal, los peruanos.. como tomaban los peruanos!  Ron, charlas, vino, canciones, pisco, risas. Guitarra y tambor, voces con acentos distintos cantando música de América Latina.
En un momento un grupo grande se fue y nos quedamos unos pocos. Fui a buscar más leña y cuando volví uno de los chilenos tocaba temas de Pearl Jam, ahí en el desierto, a las 4 de la madrugada, bajo un millón de estrellas, fue un momento emotivo. Silencios musicales.
- En el desierto pasan cosas lindas..
Una de las noches más increíbles de mi vida!!!


Hacer música, conocer personas, hablar de latinoamérica, historias y mas historias hasta que el sol se levantaba de nuevo por el horizonte.

- Che... Llegué de noche y no vi mucho. ¿Qué hay para hacer por acá?
-Jajaa. ¿Que que hay para hacer? De todo "che".
-Por ejemplo?
-Camina un poco y ve al Géiser del Tatio che, sigue y zambúllete en  las aguas termales che, después escala las montañas che, conoce el observatorio astral mas increíble del mundo che, el ALMA. O también puedes ir al salar de Tara a jugar un rato. Tu decides che.


- Che, dos cosas.. Primero: tenés razón, hay de todo para hacer. Segundo: no sabes usar el "che". No lo podes poner en cualquier lugar boluda!!
- Tu también lo pones en cualquier lugar!
- Pero me sale natural..
- Eso si. Y también dices mucho la palabra "boludo".
- Tengo un problema con esas palabras, lo sé.. Que onda los géiser esos?
- A las 10 de la mañana se despiertan! Empiezan a rugir y largan agua hirviendo al cielo, tenes que ir a ver!
- Quiero hacer todo lo que hay que hacer, quiero conocer este lugar, le voy a decir a mi amigo para quedarnos unos días por acá.



- Che pela. Y si nos queda..
- Negro, vamo a la mierda, no me siento bien..
- Yo te iba a decir para quedarnos un poco más por acá.
- El polvo de este lugar me está haciendo mal.
- Si, se te nota.
- ...
- Bueno, nos vamos.

No dormir e ir a hacer dedo en el desierto de Atacama de 8 am a 8 pm sin conseguir que pare un vehículo y con el viento que no se calmaba un segundo, fue la prueba de cuanta paciencia, cuanto temple podíamos tener.
Por un lado no me quería ir, por otro lado lo que estaba pasando era involuntario. Atacama no dejaba que nos vayamos. Ese paso de Jama parecía impasable!



Nos contaron que los camioneros salen a las 4 de la mañana para poder subir los 5.000 metros sobre el nivel del mar de los andes y pasar a Argentina sin que los motores se recalienten.
Volvíamos al pueblo de nuevo para intentar irnos con un camión al otro día antes de que amanezca.


-Hola don, mi nombre es Damián y mi amigo se llama Ricardo. Estamos necesitando un favor, nos podría llevar en su camión hasta Argentina? Ustedes van a Paraguay no?
- Hola. No puedo llevarte, el seguro no nos permite.
- Don, si nos ayuda sería un gran favor. Estamos hace dos días y no conseguimos a nadie que nos haga la gauchada.
- Hablá con él.
- Hola don, mi nombre es Damián y mi amigo se llama Ricardo. Recién hablé con su compañero y me dijo que sí pero que le pregunte a usted.. Estamos necesitando que nos lleven en su camión hasta Argentina. Estamos hace dos días y no conseguimos..
- ¿Sabes hacer mate?
- Si si!!
- Allá está el calentador de agua y la yerba está en una bolsita al lado. Hace un mate, decile a tu amigo que suba en uno de los autos que llevamos atrás y vamos. Dale que se hace tarde!
- Gracias Don! Pelaa vaamoo!!


Fue un paso fugaz, solo cuando nos fuimos empecé a entender adonde habíamos estado. Y, como a lo largo de todo el viaje, las preguntas se disparaban: ¿Porque la gente vivía ahí?, ¿quienes habrán sido los primeros que se vinieron y fundaron ese pueblo de tonalidades rojizas, lleno de sal?
Entre paisajes desolados de cordilleras y volcanes, en donde de repente afloran aguas termales y manantiales que permiten el milagro de dar vida estaba San Pedro de Atacama, el paraíso en versión desértica.
Atacama es un lugar para sobrevivir al fin del mundo.

lunes, 21 de julio de 2014

El comienzo del otro viaje

El 17 de enero habíamos llegado a Arequipa y de ahí nos fuimos para las costas peruanas a conocer el océano Pacífico. Después de eso todo cambió. Es como si al mojarnos los pies en las aguas saladas y después de contemplar los atardeceres sobre ese mar comenzó, sin querer, el otro viaje. Nada tenia que ver con lo que veníamos haciendo, ni como lo hacíamos: las energías cambiaban, la gente, los paisajes, las comidas, las opciones. Inevitablemente nosotros debíamos cambiar también.
Después de unos días increíbles en Mollendo, y agradecidos a la vida por haber conocido a Edwing, Luis y Javier, seguimos camino. La idea era bajar por las costas peruanas hasta entrar en Chile, unas vez ahí nos íbamos a encaminar al desierto de Atacama para cruzar los Andes y volver a nuestra Argentina. Pero para eso todavía faltaba.
Nos fuimos de Mollendo hasta un lugar llamado El Fiscal, nos dijeron que ahí íbamos a encontrar camiones que nos lleven hasta Tacna, y encontramos.. Un camionero de poco hablar -hasta ahora anónimo para nosotros- y su hijito que viajaba con él por esos días, nos llevaron hasta un peaje a unos 200 kilómetros. No nos llevó hasta el sur del Perú pero recorrimos un trecho que no es poca cosa cuando se anda a dedo. Almorzamos y volvimos al borde de la ruta a esperar que llegue algún ser piadoso; mientras me puse a charlar con un guardia del peaje que era amante del fútbol y por ende amante de Messi, Maradona y la Argentina. Habían pasado muchos no y ya comenzábamos a pensar en dormir ahí esa noche, estábamos en medio de una charla más que interesante sobre el Diego Maradona fuera y dentro de la cancha cuando llegó un camión que transportaba GNC y corrí a pedir que nos lleve. Desde el comienzo nos dimos cuenta que era un gran personaje, mientras hablaba conmigo y se resistía a llevarnos peleaba precios con los vendedores de panes que estaban en el peaje. Después de unas cuantas vueltas aceptó llevarnos; él iba hasta Arica -el primer pueblo chileno que limita con Perú-, nos iba a dejar en Tacna -el últimos pueblo peruano antes de pasar a Chile-, que más podíamos pedir.
Nos acomodamos en el camión y nos presentamos con Elpela, el conductor era Alfredo, un tipo acelerado, muy chistoso, lleno de historias novelescas. Como diría la letra de Sabina y Neruda: Para los marineros en cada puerto una mujer espera, bueno para los camioneros, según Alfredo, en cada paraje una mujer espera. Era increíble la cantidad de historias de amoríos de este camionero galán. Por suerte capté el momento en que nos contaba una de sus tantas aventuras, observad como lo miraba Elpela!





















Pero Alfredo -o Trujillo, como lo apodamos ya que nos contó que de por ahí venía- no era monotemático, en el viaje también hubo tiempo para charlar de las familias, adonde habíamos nacido, para filosofar de historia peruana y de cosas que debíamos hacer antes de salir de su país. Para él era inconcebible que estemos saliendo del Perú sin tomar la gaseosa nacional, la Inca Kola, si así se llama.. Entre anécdotas que pasaban el viaje por el desierto peruano si hizo muy ameno y termino pareciendo rápido. Llegamos antes del anochecer a Tacna y tocaba despedirnos, Trujillo nos compró la famosa gaseosa Inca Kola, y nos despidió a los gritos.


Caminamos un poco buscando un lugar -muy- barato adonde dormir y lo encontramos, era un hospedaje de mala muerte, pero con TV jaja. Sabíamos que al pasar a Chile todo se iba a volver más caro así que disfrutamos ese lugar porque no sabíamos que nos deparaba el camino. Pedimos prestado un mapa e intentamos pensar posibles rutas, nos tomamos unas sopas instantáneas y mientras Elpela sufría de dolor de oído yo miraba en ese televisor sucio  Charlie y la fabrica de chocolate, todo tenia sentido.. No?
Al día siguiente, después de haber vivido momentos que marcaron un antes y un después en nuestras vidas, dejamos el Perú para encontrarnos con Chile y su primer ciudad, Arica. Era un lugar hermoso en donde nos sentimos muy alegres desde el comienzo. Llegamos e inmediatamente bajamos a la playa, pasamos la mañana y la tarde ahí. Se nos ocurrió dormir en la playa, no teníamos carpa así que decidimos que cuando baje el sol iríamos a instalarnos a la casita de vigilancia del guarda vidas. Fuimos al centro a conocer un poco la ciudad y su gente. Entramos a un supermercado y nos pusimos a mirar minuciosamente comidas y precios. Elpela, como no podía ser de otra manera, encontró una promoción de chorizos y yo encontré unos vinos copados. Esa noche salían choripanes y vino, gran cena para empezar a caminar un nuevo país!


                                           

Volvimos a la playa a buscar un buen lugar para hacer esos choris asados. Inventamos una parrilla con cosas que íbamos encontrando y esa noche nos dimos una panzada, 10 choris, vino y a dormir en nuestra suite, la casita de los guarda vidas. Ahí van algunas imágenes de la noche del chorivino:

                 
                                                   

Dormimos muy bien, con el ruido de las olas de fondo. Nos despertamos con la salida del sol y los primeros ruidos de la playa en la mañana.
En la noche anterior, mientras estábamos en el supermercado, nos pusimos a hablar con un chico de la ciudad que casualmente hace 2 años estudiaba en Córdoba. Su nombre era Carlos, y era un amante de la banda argentina "Divididos" al igual que nosotros, quedamos en juntarnos al otro día. Siendo sinceros nosotros queríamos pedirle alojamiento o por lo menos un baño para una buena ducha, no nos pudo alojar en su casa pero nos llevó a un baño publico -impecable- que quedaba en un subsuelo, bajo una plaza; lo que nos llamó mucho la atención ya que no habíamos visto en otros lugares cosas parecidas. Después del baño Carlos nos invitó Ceviche -que es básicamente pescado cocido con el ácido del limón- y seguimos caminando la ciudad. Cuando vimos el morro emblema de Arica le preguntamos a Carlos y fue donde completamos la historia que nos había contado Trujillo mientras viajábamos en su camión.


Me detengo en esta historia porque es muy interesante. La mano viene más o menos así:
Hace casi quinientos años Arica fue el puerto por donde salia la plata y el oro que se sacaba de Potosí -si, todo nuestros viaje se conectaba de cierta manera-, y por ende era una ciudad peruana. En el año 1880 durante la guerra del Pacifico, Chile tomó la ciudad de Arica, la batalla culminó en ese morro enorme que vemos. Y lo que me llamó la atención en todo esto es un personaje, Alfonso Ugarte, él era un empresario agricultor que se alistó al ejercito peruano para defender sus tierras y llegó al extremo de saltar del morro con su caballo cuando vio que lo acorralaban y la batalla estaba perdida. Acto heroico le dicen, como yo no entiendo a la guerra Ugarte me da un poco de pena. Desde aquel día Arica pasó a poder chileno, sino quizás mucha gente que vive ahí tendría documento peruano. Que locos son los limites o fronteras, los intereses, los fanatismos que llevan a cosas como estas. Que miedo..
Sé que me fui por las ramas pero no lo pude evitar, ahí vuelvo.
Después de comer ceviche nos fuimos al muelle un rato a disfrutar del mar. Luego Carlos nos llevó a un lugar adonde hacer dedo y nos despedimos.


Después de estar un rato bajo un sol que nos estaba asando lentamente decidimos tomarnos un bus e ir a un mejor lugar para encontrar alguien que nos lleve. Recorrimos unos cuantos kilómetros y terminamos en un control de carabineros, estuvimos dos horas haciendo dedo y nada. En un momento para un auto, se baja una niña con su madre y entran a una tienda, Elpela va a hablar con el hombre que quedó en el vehículo y lo convence de que nos lleve. A los 5 minutos vuelve la mujer y su hija, y a la niña se le escapa lo que su madre había dicho al darse cuenta de la situación, fue un momento muy gracioso. Ni bien se acercan adonde estábamos la nena le dice al padre: "mamá dice que te va a matar".


Nos subimos al auto, Elpela adelante y yo atrás con la mamá enojada y la niña simpática; primero fue una situación muy incomoda pero al rato se soltaron y terminamos hablando y riéndonos todos.
Nos dejaron en las afueras de un lugar llamado Pozo del Monte, en el medio de la nada: la ruta, a unos metros una casa con unos cuantos perros guardianes, la noche, el frío y nosotros instalándonos en una parada de colectivo con forma de casita. Colgué la hamaca paraguaya y el pela se acostó en un banco, esa noche pasamos frío.


Al otro día ni bien asomaba el sol, nos despertamos, desayunamos, nos colgamos las mochilas y a la ruta de nuevo. Después de idas y venidas, de "dedos fallidos", pidiendo precios y contando las monedas, llegamos en bus a San Pedro de Atacama, no teníamos idea adonde estábamos, pero la energía del lugar ya se empezaba a sentir.
Antes de partir había leído que uno necesita menos de lo que piensa para emprender un viaje; en esos momentos, después de recorrer cientos de kilómetros con gente que nos llevaba de acá para allá, que nos alojaban y nos invitaban a comer, me daba cuenta que lo único que uno necesita es la valentía para hacerlo.
Nunca me imaginé que con tan poco podía viajar..¿Tener la valentía de poner todo lo que necesitas para vivir en una mochila y abrir la mente a las nuevas experiencias es poco? Como diría un loquito que conocí por ahí "hay que salir a vivir la vida".


viernes, 13 de junio de 2014

La vuelta que no fue vuelta


Volvíamos del Machu Picchu y yo me preguntaba que nos deparaba el viaje, que más después de esto?
Volvimos a Cusco después de algunos malos ratos. Sí, obviamente en los viajes también pasan cosas malas, eso lo hace real. A medida que nos adentrábamos en esa ciudad mágica los enojos se iban, la energía que irradia ese lugar, la gente, ese aire nos iban limpiando y recargando para seguir felices.
Volvimos al hostel en donde estábamos y después de charlar un rato nos hicieron el favor de darnos una pieza que valía el doble de los que nos cobraron. Esa noche descansamos bien ya que al otro día nos íbamos a despedir de Cusco para seguir viaje hacia el oeste buscando acercarnos a las costas peruanas.
Al otro día desayunamos tempranito en el hostel. Después nos fuimos al encuentro con Adri, una gran amiga que casualmente estaba en Cusco. Pasamos unas horas caminando por la ciudad y terminamos charlando en un lugar llamado el valle de la luna que queda en las afueras de Cusco. Fueron horas, pero fue muy lindo encontrarnos allá y poder compartir un rato.


Nuestro bus salía a las 20 horas así que pasamos por el hostel a buscar las cosas, fuimos a la terminal de Cusco y de ahí abordamos un bus que nos llevaba a Arequipa. A las 7.30 horas del 17 de enero estábamos en la terminal de Arequipa empezando "la vuelta". Pero la vuelta no era tan vuelta porque nos seguíamos alejando y ni nos imaginábamos todas las vivencias que nos esperaban.
Copio textual lo que escribí en el cuaderno esa mañana:
"Empezamos la vuelta, estamos en Arequipa a 150 kilómetros de las costas del Perú, es decir a 150 kilómetros de conocer el Océano Pacífico!
Son las 7.30 am de un día soleado, hermoso, en Arequipa. Estoy muy feliz! Cuando terminemos de desayunar vamos a ver que hacemos. Sigue el viaje.."


Después de idas y vueltas dudando de que hacer, seguimos rumbo a un ex pueblo portuario llamado Mollendo. Mientras viajábamos nos dimos cuenta de que el paisaje había cambiado, ya no estábamos en los bosques verdosos del Perú, acá solo había desierto y eso nos impactó muchísimo ya que no acostumbrábamos ver zonas tan áridas. La gente vive ahí, en la nada.. Impresionante!


El desierto parecía interminable; bueno, no lo era, de golpe divisamos el mar! Si, era el océano Pacífico, lo conocí y el me conoció a mi. Se podría decir que fue algo así como amor a primera vista. La mar estaba ahí esperándonos, solo teníamos que animarnos a llegar hasta ella.
Llegamos con remeras mangas largas, campera, medias altas y pantalones largos; claro, veníamos de un lugar donde el clima era totalmente diferente. Inmediatamente nos pusimos en modo playa, el viaje mutaba y nosotros nos debíamos adaptar. Recorrimos la ciudad, fuimos al mercado a comprar unas frutas y panes, y nos tiramos en una plaza a almorzar. Todavía nos quedaban unas paltas que habíamos bajado de un árbol volviendo del Machu Picchu así que me animé a hacer guacamole. Descansamos un rato y nos fuimos a ver adonde podríamos pasar la noche, para estas alturas contábamos con muy poco dinero, lo que hacia imposible que nos podamos pagar un hostel. Dimos unas vueltas y se nos ocurrió ir a hablar con el sacerdote de una parroquia, tal vez él se apiadaba de nosotros. Nos dijeron que él no estaba que vengamos más tarde, entonces nos fuimos a caminar a la playa y de paso buscar un plan B en el caso de que el sacerdote no nos ayudara. Ahí fue donde nos encontramos con la playa de Mollendo y toda su demencia.


Volvimos unas horas después a la parroquia, esperamos un poco más y nos atendió el sacerdote. Tuvimos una charla llena de preguntas de todo tipo, hablamos del viaje, de que buscábamos, de que hacíamos de nuestras vidas y nos terminó dando un lugar para dormir a cambio de que limpiemos y ordenemos un sector que se encontraba al lado de la iglesia.
Como venia siendo costumbre el lugar adonde nos alojábamos superaba las expectativas que teníamos. Solo buscábamos un espacio para tirar las bolsas de dormir y poder descansar tranquilos sin miedo a despertarnos sin nada. Estábamos parando en una pieza con baño, teníamos agua, luz, mucho lugar para acomodarnos unos días, estábamos tranquilos y nos sentíamos cómodos ahí.
Al día siguiente estábamos disfrutando de la playa, de la mar, las olas eran muy buenas pero nos dijeron que la gente no acostumbra hacer surf ahí, que desperdicio.


De apoco nos fuimos conociendo mejor con la gente de la parroquia. Conocimos a tres personas muy bondadosas: el padre Edwing era el cura párroco, Luis era el sacerdote primerizo y Javier estaba pintando y arreglando las habitaciones que estaban al lado de donde nos alojábamos. Fueron muy hospitalarios, especialmente el padre Luis quien nos llenó de comida de regalo, nos invitó alfajores de la zona, galletitas y una bolsa de aceitunas negras que elpela disfruto contento. Después de dar una de sus misas el padre Luis nos invitó unos pollos a la braza que estaban exquisitos! Fue lo mejor que nos pudo pasar porque de otra manera no íbamos a poder comer algo así. Estábamos muy felices, si no nos creen solo miren esta imagen:


En esos días conocí los atardeceres del pacífico, más lindos no pueden ser. Nos hicimos un mate con elpela, agarramos los alfajores que nos regalaron y nos fuimos a un mirador a esperar a que el sol se esconda por atrás del mar.



Después de unos días en Mollendo decidimos que el domingo a la mañana nos íbamos. Podríamos habernos quedado muchos días más ahí: estábamos muy cómodos, el lugar era increíble, nos llevábamos muy bien con nuestros anfitriones y ellos no querían que nos vayamos todavía; pero las cosas se daban así y si no seguíamos viaje la vuelta se iba a hacer interminable.
Mientras preparábamos todo para irnos apareció Javier y nos pusimos a charlar por ultima vez -él no quería que nos vayamos ese día e intentaba convencernos de cualquier manera-, cuando me acerqué para darle el abrazo de despedida me dio 20 soles, yo no lo quería aceptar sabiendo que él era una persona muy humilde pero obviamente era imposible rechazarlo, me lo estaba dando de corazón. Fue una despedida llena de emoción, la plata no era lo importante, el gesto era gigante, Javier era un pintor y albañil que quizás ganaba eso ese día trabajando, me contuve para no llorar.. El viaje nos llenó de enseñanzas, aprendimos todo el tiempo, aprendimos de situaciones como estas que se repetían desde el comienzo, de personas como Javier que te daban lo poco que tenían. Demostraciones de amor que seguían apareciendo, hermandad latinoamericana.
 De ahora en más el viaje debía ser casi exclusivamente a dedo. Todavía nos quedaba mucho camino por recorrer, unas cuantas historias por escuchar, lugares que conocer y más momentos de incertidumbre para seguir sintiendo que estábamos vivos, más que nunca!

domingo, 20 de abril de 2014

Los segundos

Dicen que el tiempo es oro, aunque nadie lo ahorra ni lo intercambia por cosas. muy por el contrario hay quien lo asesina y, en lugar de vivir la vida con intensidad, mata el tiempo.
Hay quienes piensan que los días son cortos, y que el tiempo es poco si se lo pasa a gusto. Tal es así, que un día de viaje puede durar un minuto, aunque un día en la cárcel puede durar años. El tiempo, se entiende, es relativo. Existen personas que lo despilfarran y lo usan sin privaciones, y regalan el cambio cuando sobran minutos de a cinco o de a diez.
Matias era un viejo que tenía la teoría de que si se juntaba el tiempo, y se lo ahorraba y se lo usaba bien, este rendía mas y la vida podría así ser más larga. Era por esto que tenía la costumbre de agacharse como a buscar algo del suelo cada vez que veía a un tipo que desperdiciaba los momentos que a él le faltaban.
Todos en el pueblo lo veían agacharse cuando alguien pasaba, pero no sabían por qué lo hacía. Notaban, sí, que hacía esto sólo cuando se topaba con ciertas personas. Y una vez, alguien le preguntó:
- ¿Qué hace, don Matias?
- Junto los segundos que él dejó caer.
- ¿Los segundos, para qué?
- Sí, los segundos. Son valiosísimos, todos los dejan porque piensan que no suman si no vienen de a horas, pero después de todo es de  segundos, como corre el tiempo.




lunes, 10 de febrero de 2014

Machu Picchu: Un mundo escondido, tenazmente vivo

Esa sensación se repetía.. Como describís esto? Sabes que no vas a poder expresar fielmente las experiencias vividas pero igual agarras la birome y empezás..

Salimos de Cusco en un colectivo medio pelo, al cual se le rompe el acelerador en medio del camino montañoso, recibe unos remiendos muy rústicos y eso hace que el viaje hasta Santa María sea de siete horas y pareciera de quince. Nos movemos de Santa María a Santa Teresa en un auto que se amañaba para trepar esas rutas que a esa altura ya eran de tierra, junto a nosotros iban unos viejitos tiernos que esperaban calmar sus dolores en las termas cercanas al río. Llegamos a hidroeléctrica a las ocho de la noche y todavía nos quedaba el camino por las vías del tren.



-Deben subir ese trillo y ahí caminar por las vías, siempre siguiendo el río-
-Cual trillo? el que no se ve?- Me preguntaba..
-Cuidado con el oso de anteojos. No suele atacar personas pero si se lo encuentran no corran porque lo pueden poner nervioso - nos advierten.
-Como que oso!!!?
...
Caminata por las vías, al lado del gran río Vilcanota-Urubamba que baja de lo alto de las montañas con una fuerza que impresiona.
La luna que se asoma por detrás de una montaña e ilumina las vías por un rato (momento mágico).



Avanzamos en silencio, escuchando el rugido del rio..
Llegamos a Aguas Calientes a eso de las diez y media de la noche. Ese lugar, con su vía de tren que lo atraviesa, el rio y las nubes, es una mezcla entre el pueblo de Rivendel de "El señor de los anillos" y obviamente alguna ciudad Inca. ¿Quien diseñó todo eso?¿por qué el río tiene tanta fuerza?



Dormimos y al otro día, a las cinco de la mañana, empezamos a trepar la montaña para llegar a la épica ciudadela del Machu Picchu. 
Mientras subíamos, respirando agitados, pensábamos como sería, que nos generaría conocer a la ciudad Inca que estuvo escondida cuatrocientos años.. Nada de lo que imaginábamos se iba a comparar con lo que nos esperaba: entrar a la ciudadela y ver esas casa imponentes en la vieja montaña, tocar los muros y notar que en partes un alfiler no cabía entre piedra y piedra, sentarnos a contemplar el reloj de sol, fascinarnos con los acueductos, pisar el puente Inca o ver los balcones que habrán sido sus jardines de cultivo, fue algo indescriptible.



Y como imaginar lo que iba a ser subir al Wayna Picchu por las escaleras sin barandas con caída directa al abismo. ¿Cuánta gente se habrá sacrificado para esculpir cada trozo de piedra de la montaña y dar forma a esos escalones infinitos?
Llegamos a la cima y vimos a la ciudadela entre las nubes, en la otra montaña que parecía chiquita desde ahí.



Viendo las edificaciones en medio de las montañas, en el corazón de la selva, pensaba en algo que había leído alguna vez..
Julio Verne escribió que la verdadera superioridad del hombre no reside en dominar, vencer a la naturaleza; reside, para el pensador, en comprenderla, en ubicar al universo inmenso en el microcosmos de su cerebro.

Los Incas eran eso, pensadores, tenían un gran manejo de las matemáticas, la astronomía, la agricultura y ganadería, la arquitectura, las ciencias en general. Sumado a eso eran muy espirituales, tenían una cosmovisión  muy interesante! Comprendieron a la naturaleza y vivían en armonía con ella.
Bajamos al otro lado del Wayna Pichu y fuimos al Templo de la Luna (por suerte pocas personas se animan a aventurarse hasta ahí) almorzamos en el templo y pensábamos en el porque.. ¿Por qué una civilización que pudo crear al Machu Picchu desaparece? ¿Cómo lograron todo eso y cómo lo perdieron?
Los Dioses del Sol y la Luna no quisieron poder contra los españoles, su enfermedad y su pólvora.
Se respiraban aires de dolor, ternura y pasión. Hermoso y terrible.





¿Qué hubiera pasado si las cosas hubieran sido diferentes? Cómo sería nuestra amada América latina si la colonización europea no hubiera tenido éxito? Claramente la vida sería otra.
Terminamos de almorzar y emprendimos el regreso a la ciudadela que estaba en la otra montaña; teníamos que cruzar el Wayna Picchu y volver a la vieja montaña. En el camino nos cruzamos con personas que cuidan el parque, arreglan los senderos y conocen cada rincón; nos encantó ver el amor con el que trabajan en esa selva hermosa.
-Hay siete entradas a la ciudadela, pero no todas se usan ahora. Yo tardé dos años en conocer bien al Machu Picchu, en un día no se puede hacer mucho- nos decía uno de los guarda parques. Tenía razón.

El instinto siempre nos ha llevado a explorar, a querer saber que hay mas allá.. Que es lo que aun no hemos visto; siguiendo ese primitivo instinto, en los primeros años del mil novecientos, unos foráneos descubrieron la ciudad del Machu Picchu. Mas de cien años después nosotros teníamos la suerte de caminar esas montañas y sentir la energía que ese centro espiritual todavía irradia.
El mundo es enorme, somos chiquitos, hay mucho por conocer, por aprender.. Todos los días, desde donde estemos.. La vida es corta para tanto que hacer. Hay que aprender a ser, como fueron y son los pueblos nativos de nuestro gran continente. Su civilización, ahí en el medio de las místicas montañas, sigue viva como la fuerza del rio que lo rodea!
Antes de emprender el descenso le di un ultimo vistazo a ese mundo de otro mundo. ¿Era un sueño? Realmente había estado ahí! En ese momento me daba cuenta y entendía que sí, era un sueño. Era uno de mis sueños y lo había cumplido! Habíamos conocido la cuidad sagrada en el cielo de Pachacutec, concebida para impresionar a los dioses y sobrecoger a los simples mortales.
Queríamos oír esas historias alucinantes de Incas diferentes a cualquier otra raza, no las oímos, las sentimos. Como recorrer esos sitios y no entrar en trance, en éxtasis. Nos fuimos llenos de paz, llenos de asombro, de preguntas y respuestas también.




El viaje fue una constante búsqueda. Esos días nos marcaron. Definitivamente nos encontramos..



viernes, 31 de enero de 2014

La isla del sol: El silencio es el oro de los pobres

El día amaneció con lluvia pero a media mañana, de un momento a otro, paró y se despejó. Conseguimos pasajes para salir a las dos de la tarde en barco desde Copacabana a la Isla del Sol. Desayunamos bien, armamos unos sándwiches para el almuerzo y luego salimos a dar unas vueltas por el pueblo antes de embarcar. Estábamos con tiempo entonces anduvimos tranquilos un rato y llegamos temprano a la parte del puerto de donde salia nuestro barquito. Almorzamos y nos pusimos a averiguar cual de los tantos barcos era el que nos correspondía, por fin nos indicaron que era uno que estaba exactamente frente a nuestras mochilas; agarramos los matetes y nos fuimos al barco. Tuvimos la suerte de subirnos cuando volvía a empezar la lluvia, estábamos resguardados bajo el techo del barco y veíamos como las personas que todavía no sabían adonde embarcar corrían de acá para allá desesperados ya que las lluvias frías que caen sobre el Titicaca no son joda. 
Por fin salimos rumbo a La Isla Del Sol, el lago navegable más alto de mundo se empezó a mostrar, las olas rompía de tanto en tanto contra el barco y los sacudían bastante, lo que no impidió que pegáramos una siesta de casi dos horas en el viaje hasta la parte norte de la isla.
Llegamos y nos pusimos a buscar un lugar donde quedarnos, conseguimos un hospedaje muy lindo con ventana a la playa, lo no tan lindo era que nos cobraban hasta cuando le preguntábamos la hora..
A la tardecita subimos a un cerro a tocar el tambor, cantar un poco y contemplar la caída del son sobre el pueblo de Challapampa. La noche en la playa fue agitada, muchos grupitos con sus guitarras y fogones; nosotros nos tomamos un vinito hablamos un rato y nos fuimos a dormir cuando volvía la lluvia.
Al otro día nos levantamos y fuimos a buscar otro sitio para alojarnos. Conseguimos un lugar hermoso! Se llama hospedaje del Sol y está en una puntita de la isla de donde se puede ver el amanecer y el atardecer! Que mas se puede pedir..
Calentamos agua y salimos a recorrer la isla. Conocimos los imponentes paisajes de la isla y nos asombramos con la inmensidad del Titicaca y sus inagotables azules. 
Sobre un cerro que terminaba en acantilado directo al lago nos pusimos a matear. Hablábamos de mates incomparables: "Comparar un mate acá, en la isla del Dios Inti o un mate sobre el cerro del calvario en Copacabana es como intentar comparar al flaco Spinetta y John Lennon, para que? no se puede.."


Mirábamos la playa de abajo y no podíamos creer los colores que nos mostraba.
Habíamos terminado el mate y sol salió por detrás de una nube para no irse por un rato, en ese momento decidimos que teníamos que bajar a esa playa y debíamos meternos al lago. Sin pensarlo mucho empezamos a bajar el cerro para llegar a esas costas que parecían salir de un sueño. Cuando nos dimos cuenta estábamos en las aguas heladas del lago mas alto del mundo, nadando y temblando. Contentos y emocionados. Fue un momento único, de esos que quedan grabados en el alma. Somos instantes dicen por ahí, bueno, el instante en que me sumergí en esas aguas fui pleno.






Después de nadar un poco empezamos a ver y juntar algunas piedras de las que estaban ahí en la costa, esperándonos para agarrar viaje e irse con nosotros. En un momento a Elpela se le ocurrió que debíamos devolver algo a la isla: "Ella nos da mucho, todos vienen, la disfrutan y se van..". Empezó a limpiar la playa, juntó algunas botellas y las empezó a atar unas a otras. Estuvimos un rato haciendo eso y a la vez disfrutando de la pequeña playa y la enormidad del lago. Luego seguimos caminando hacia el norte de la isla (ya en ese momento con el montón de botellas y plásticos que nos seguían colgados) y así llegamos a la mesa de ceremonias y a la roca sagrada o de los orígenes, que según los relatos fue el lugar de donde salieron Manco Cápac y Mama Ocllo a fundar Cusco y así dar inició al imperio Inca. La historia de nuestra América estaba ahí, latente. En ese lugar se escuchaba el silencio, en una montaña sentada estaba una cholita tejiendo sus lanas, viviendo su vida, al rayo del sol sin que un alma la moleste, tranquila se la veía. Realmente estábamos en un lugar sagrado. Seguimos caminando y llegamos a la Chinkana que es un laberinto de piedra con patios internos y balcones que dan al lago.
Me encantaría saber escribir para poder transmitir fielmente lo que son estos lugares. Creo que algunas imágenes van a valer mas que mil palabras (frases trilladas si las hay, pero muy acertadas).









Volvimos al pueblo, descansamos un rato y nos fuimos a trepar otros cerros para ver el atardecer desde otro punto de la isla. Hicimos una caminata por la noche y divisamos unas montañas que desde donde estábamos, que ya era alto (estábamos a mas de 3800 metros sobre el nivel del mar), parecían altísimas,  llenas de nieve, ellas podrían ser las que alimentan el inmenso lago, las que proporcionan los miles y miles de litro de agua helada, aguas que siguen subiendo su cota a medida que pasan las décadas.

El tercer día en la isla era el de retorno. Debíamos cruzarla de norte a sur con las mochilas y no fue nada fácil: estábamos a mas de 3800 metros sobre el nivel del mar, ahí donde el oxigeno no quieren entrar a los pulmones y debíamos caminar 5 kilómetros con 15 kilos mas sobre las espaldas. Paramos a descansar un par de veces, después de unas horas y con poco aliento llegamos al pueblo del sur y subimos a un barco que en ese momento estaba saliendo. No tuvimos mucho tiempo para despedirnos de la isla, uno de los lugares mas increibles que nos tocó conocer. Fue mejor así porque no nos queríamos ir..




Lago del sol, isla de piedra.
Mar azul de aguas dulces que duerme mas arriba de los sueños de muchos.
De tus aguas de hielo, nacieron ellos,
de tus aguas bebieron para ser.
Quizás en tus aguas haya alguna explicación,
algún indicio, un soplo de razón.
Los que vinieron con la cruz, y bajo ella la ambición,
a imponer lo que creían, a destruir lo que no.