viernes, 31 de enero de 2014

La isla del sol: El silencio es el oro de los pobres

El día amaneció con lluvia pero a media mañana, de un momento a otro, paró y se despejó. Conseguimos pasajes para salir a las dos de la tarde en barco desde Copacabana a la Isla del Sol. Desayunamos bien, armamos unos sándwiches para el almuerzo y luego salimos a dar unas vueltas por el pueblo antes de embarcar. Estábamos con tiempo entonces anduvimos tranquilos un rato y llegamos temprano a la parte del puerto de donde salia nuestro barquito. Almorzamos y nos pusimos a averiguar cual de los tantos barcos era el que nos correspondía, por fin nos indicaron que era uno que estaba exactamente frente a nuestras mochilas; agarramos los matetes y nos fuimos al barco. Tuvimos la suerte de subirnos cuando volvía a empezar la lluvia, estábamos resguardados bajo el techo del barco y veíamos como las personas que todavía no sabían adonde embarcar corrían de acá para allá desesperados ya que las lluvias frías que caen sobre el Titicaca no son joda. 
Por fin salimos rumbo a La Isla Del Sol, el lago navegable más alto de mundo se empezó a mostrar, las olas rompía de tanto en tanto contra el barco y los sacudían bastante, lo que no impidió que pegáramos una siesta de casi dos horas en el viaje hasta la parte norte de la isla.
Llegamos y nos pusimos a buscar un lugar donde quedarnos, conseguimos un hospedaje muy lindo con ventana a la playa, lo no tan lindo era que nos cobraban hasta cuando le preguntábamos la hora..
A la tardecita subimos a un cerro a tocar el tambor, cantar un poco y contemplar la caída del son sobre el pueblo de Challapampa. La noche en la playa fue agitada, muchos grupitos con sus guitarras y fogones; nosotros nos tomamos un vinito hablamos un rato y nos fuimos a dormir cuando volvía la lluvia.
Al otro día nos levantamos y fuimos a buscar otro sitio para alojarnos. Conseguimos un lugar hermoso! Se llama hospedaje del Sol y está en una puntita de la isla de donde se puede ver el amanecer y el atardecer! Que mas se puede pedir..
Calentamos agua y salimos a recorrer la isla. Conocimos los imponentes paisajes de la isla y nos asombramos con la inmensidad del Titicaca y sus inagotables azules. 
Sobre un cerro que terminaba en acantilado directo al lago nos pusimos a matear. Hablábamos de mates incomparables: "Comparar un mate acá, en la isla del Dios Inti o un mate sobre el cerro del calvario en Copacabana es como intentar comparar al flaco Spinetta y John Lennon, para que? no se puede.."


Mirábamos la playa de abajo y no podíamos creer los colores que nos mostraba.
Habíamos terminado el mate y sol salió por detrás de una nube para no irse por un rato, en ese momento decidimos que teníamos que bajar a esa playa y debíamos meternos al lago. Sin pensarlo mucho empezamos a bajar el cerro para llegar a esas costas que parecían salir de un sueño. Cuando nos dimos cuenta estábamos en las aguas heladas del lago mas alto del mundo, nadando y temblando. Contentos y emocionados. Fue un momento único, de esos que quedan grabados en el alma. Somos instantes dicen por ahí, bueno, el instante en que me sumergí en esas aguas fui pleno.






Después de nadar un poco empezamos a ver y juntar algunas piedras de las que estaban ahí en la costa, esperándonos para agarrar viaje e irse con nosotros. En un momento a Elpela se le ocurrió que debíamos devolver algo a la isla: "Ella nos da mucho, todos vienen, la disfrutan y se van..". Empezó a limpiar la playa, juntó algunas botellas y las empezó a atar unas a otras. Estuvimos un rato haciendo eso y a la vez disfrutando de la pequeña playa y la enormidad del lago. Luego seguimos caminando hacia el norte de la isla (ya en ese momento con el montón de botellas y plásticos que nos seguían colgados) y así llegamos a la mesa de ceremonias y a la roca sagrada o de los orígenes, que según los relatos fue el lugar de donde salieron Manco Cápac y Mama Ocllo a fundar Cusco y así dar inició al imperio Inca. La historia de nuestra América estaba ahí, latente. En ese lugar se escuchaba el silencio, en una montaña sentada estaba una cholita tejiendo sus lanas, viviendo su vida, al rayo del sol sin que un alma la moleste, tranquila se la veía. Realmente estábamos en un lugar sagrado. Seguimos caminando y llegamos a la Chinkana que es un laberinto de piedra con patios internos y balcones que dan al lago.
Me encantaría saber escribir para poder transmitir fielmente lo que son estos lugares. Creo que algunas imágenes van a valer mas que mil palabras (frases trilladas si las hay, pero muy acertadas).









Volvimos al pueblo, descansamos un rato y nos fuimos a trepar otros cerros para ver el atardecer desde otro punto de la isla. Hicimos una caminata por la noche y divisamos unas montañas que desde donde estábamos, que ya era alto (estábamos a mas de 3800 metros sobre el nivel del mar), parecían altísimas,  llenas de nieve, ellas podrían ser las que alimentan el inmenso lago, las que proporcionan los miles y miles de litro de agua helada, aguas que siguen subiendo su cota a medida que pasan las décadas.

El tercer día en la isla era el de retorno. Debíamos cruzarla de norte a sur con las mochilas y no fue nada fácil: estábamos a mas de 3800 metros sobre el nivel del mar, ahí donde el oxigeno no quieren entrar a los pulmones y debíamos caminar 5 kilómetros con 15 kilos mas sobre las espaldas. Paramos a descansar un par de veces, después de unas horas y con poco aliento llegamos al pueblo del sur y subimos a un barco que en ese momento estaba saliendo. No tuvimos mucho tiempo para despedirnos de la isla, uno de los lugares mas increibles que nos tocó conocer. Fue mejor así porque no nos queríamos ir..




Lago del sol, isla de piedra.
Mar azul de aguas dulces que duerme mas arriba de los sueños de muchos.
De tus aguas de hielo, nacieron ellos,
de tus aguas bebieron para ser.
Quizás en tus aguas haya alguna explicación,
algún indicio, un soplo de razón.
Los que vinieron con la cruz, y bajo ella la ambición,
a imponer lo que creían, a destruir lo que no.



No hay comentarios:

Publicar un comentario