jueves, 16 de enero de 2014

Camiri II: El Parapetí y su Mariqueña


Despertamos a media mañana, nos pusimos a desayunar y después a matear. En el hostel no se veía a nadie, claro era 1° de Enero y en la noche anterior hubo farra. Antes del medio día aparece la dueña, se sienta bajo el parral de maracuyá, en el bello patio del hostel, y nos ponemos a charlar. Es una mujer hermosa, debe tener unos 60 años, se llama Maria Eugenia pero todos la conocen como Mariqueña. Nos pregunta como estuvo la tarde en el río Parapetí, le contestamos que fue una tarde excelente, que ese es un lugar soñado. 
-Van a ir hoy otra vez a bañarse al río?- nos pregunta.
Sin pensarlo mucho le dijimos que si y empezamos a prepararnos, aunque no teníamos pensado hacer eso ese día.
Intercambiamos alimentos: le dimos unos panes y tomates y la Mariqueña nos invitó una comida de la zona que era parecida a una polenta con salsa y queso.
-Chicos, yo vivo a la orilla del río, ¿vamos y compartimos el taxi?
Nos miramos con el Pela y contestamos al unisono simplemente -bueno!-
En el viaje hasta el río nos contó que vivió con tribus guaraníes y estaba muy ligada a ellos, aunque Mariqueña al igual que nosotros era una caray (de afuera). Nos dijo que aprendió mucho de los guaraníes, que conoció su vida y adoptó esa filosofía. Por mas que nos haya contado eso y mil historias mas no nos esperábamos llegar a su hogar y que este sea una mezcla de choza y cabaña sin paredes, con un entre piso en donde dormía. Vive en un lugar de película, su casa, sus perros y sus plantas a orillas del río. Claramente vivía así por elección.
La Mariqueña nos acompañó hasta el río y nos dijo que a la tardecita pasemos a visitarla.
-Río arriba hay unas playas estupendas, disfrútenlas chicos, nos vemos!-
-Uh buenísimo, vamos a instalarnos por ahí entonces. Gracias Mariqueña, nos vemos!-


Nunca sentí tanta libertad como en esa tarde en el río Parapetí. Fue la tarde en que volvimos a ser niños. Uno solo sabe el valor de la palabrita libertad cuando la siente en su máxima expresión. El mundo en ese momento era ese río, ese monte, esa arena, los pájaros, pescadores al otro lado que se reían por vernos en calzones jugando con Panqueque (el perro de Mariqueña que nos acompañó a la costa), tocando el tambor o haciendo "esculturas de arena y barro".
Pasamos una tarde soñada y nos encaminamos para lo de Mariqueña cuando el sol bajaba. Y a mi que no se me iba una canción de la cabeza.
-Luis Alberto, cuando escribió este tema tuvo que haber estado acá, pasó por lo de Mariqueña quizás- pensaba..
La letra del tema dice algo así:

Cielo fuerte, con el sol para pescar
y en la selva todo está para morir
y es el río el que sumerge aquí
las semillas de tu corazón...
...
Era tu amor de la mañana
era la flor roja del ceibo
eras el ángel aborigen
perdiéndose en el agua, 
llevándose la vida
como se va la arena...

Antes de que anochezca pasamos por lo de Mariqueña, charlamos un rato y decidimos quedarnos a pasar la noche ahí. Nosotros le cocinamos un reviro y ella nos dio hospedaje. En su hogar no hay corriente eléctrica, así que fue una noche de velas, reviro y música. Noche mística: tambores y quenas que pudimos hacer sonar (María Eugenia ejecuta instrumentos de viento y percusión así que nos entendimos)
Después de hacer música y cenar Mariqueña nos avisó que tenia sueño y se iba a dormir. Nos dijo adonde quedarnos, nos dio una vela, una linterna y hasta mañana.
-¿Negro vamos al río?-
-Vamos si!
...
-Che, no veo nada.. Y el río adonde empieza?
-Pará que no se ni como volver.
-Es por acá... no! por acá!
-Che volvamos nomas-
-Si, vamos a volver..
(Miedo por dos)
-Mejor vamos a hacer una buena fogata acá y listo (refiriéndonos a un descampado dentro del terreno).
Estuvimos un rato ahí nos fuimos a dormir con un poco de miedo.

-Che negro, esta pieza con la vela ahí es muy tenebrosa.
-Lo que pasa es que te acordás de las películas de terror, esas tienen la culpa.
-Pero mirá ese rastrillos!
-Es un rastrillo nomas boludo! (yo intentaba hacerme el superado pero también tenia miedo)
Queríamos vivir unos días como si fuera que habíamos nacido ahí.. Bueno, ahí estábamos, fuera de la zona de confort, con una vela y la noche sin luna que nos mostraba mil estrellas que no habíamos visto nunca.
Tiramos las esterillas y a intentar dormir, que al otro día seguimos viaje...


Mariqueña
Esta niña tiene cabellos blancos
no habla mucho, conversa con la mirada.
Ella vive en esta sociedad pero fuera de ella,
va al mercado a buscar frutas, y al río en la mañana cuando quiere bailar.
Ella dice que la música siempre está, hay que oírla nada más.
Se despierta con el sol , se acuesta con la luna.
Mira los cerros por las paredes de su lugar.
Se viste liviano ¿Para que más?
A trasluz se le notan los años, ese cuerpo apenas puede contener a tan libre mujer.
Esta viajera de otros tiempos, ahí donde la conocimos, ahí se quiere quedar.

2 comentarios: